Blog - Imaginero Caballero Pérez Cómo cuidar y conservar una imagen religiosa en casa

Cómo cuidar y conservar una imagen religiosa en casa

Publicado el 16-05-2025

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Tener una imagen religiosa en casa va mucho más allá de la decoración. Para muchos hogares, es un símbolo de fe, protección y una presencia constante de espiritualidad. Por eso, su cuidado y conservación no solo responden a cuestiones estéticas, sino a un vínculo afectivo que merece atención y respeto. A continuación, te comparto algunas ideas para que el mantenimiento de tu imagen no sea una obligación, sino parte de tu propia experiencia de fe.

El entorno importa

La ubicación de la imagen es el primer paso para su conservación. No es lo mismo tenerla cerca de una ventana, donde la luz solar directa puede dañar los colores con el tiempo, que en un rincón tranquilo y resguardado. Las imágenes, especialmente si están policromadas o hechas en materiales naturales como la madera, son sensibles a los cambios de temperatura y humedad. Por eso, elige un lugar donde se mantenga un ambiente lo más estable posible.

Evita también colocarla cerca de fuentes de calor como estufas, radiadores o incluso bombillas halógenas. Estos elementos pueden resecar la superficie, agrietar la pintura o deformar materiales como la cera o el yeso.

Limpieza con cariño, no con prisas

Es tentador pasar el plumero mientras limpias el salón, pero una imagen religiosa merece un poco más de cuidado. Usa un paño seco, suave y sin pelusa, como los de microfibra. Si la figura tiene zonas muy delicadas (dedos, coronas, mantos...), no frotes ni apliques presión. Lo ideal es dedicar un momento tranquilo, con luz natural indirecta, para hacerlo con calma.

Nada de productos químicos, sprays multiusos ni ceras abrillantadoras. Aunque parezcan inofensivos, con el tiempo pueden dejar residuos o manchar la superficie. Si notas polvo en zonas de difícil acceso, puedes ayudarte con pinceles finos o incluso con un secador en modo aire frío a baja potencia.

¿Y si algo se daña?

Es natural que, con el paso del tiempo, aparezcan pequeños desperfectos: una pintura que pierde intensidad, una grieta, una pieza suelta. En estos casos, lo más sabio es resistir la tentación de repararlo uno mismo. Lo ideal es acudir a un profesional en restauración religiosa, que sepa tratar la pieza con el respeto que merece. Muchas veces, el mal intento de arreglar un detalle puede causar un daño mayor.

Y si la imagen tiene un valor sentimental, aún más motivo para confiar en alguien especializado.

El valor de la presencia

Cuidar una imagen religiosa en casa no es solo mantenerla limpia o protegida. Es también saber que forma parte del paisaje íntimo del hogar. Algunas personas colocan velas, flores, o pequeños altares cerca de ella. Otras simplemente la dejan en un rincón discreto, pero siempre presente.

Conservarla en buen estado es, en cierto modo, conservar también la devoción diaria. Porque una imagen bien cuidada habla de alguien que no solo cree, sino que también cuida aquello que representa su fe.