Blog - Imaginero Caballero Pérez El proceso de policromía en las imágenes sacras

El proceso de policromía en las imágenes sacras

Publicado el 18-02-2025

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La policromía es uno de los procesos más delicados y fundamentales en la creación de imágenes sacras. No se trata solo de aplicar color, sino de dar vida a la escultura, dotándola de realismo, profundidad y una expresividad que conmueva a quienes la contemplan. Desde tiempos antiguos, los imagineros han perfeccionado esta técnica, combinando arte, devoción y tradición en cada pincelada.

1. La preparación: una base sólida para la belleza

Antes de iniciar la policromía, la imagen sacra debe estar completamente esculpida, alisada y libre de impurezas. Se aplica una capa de yeso o estuco, que actúa como una base selladora sobre la madera, permitiendo que los pigmentos se adhieran mejor y que la pintura tenga una textura uniforme.

Este paso es esencial, ya que cualquier irregularidad en la superficie puede afectar el acabado final. A lo largo de los siglos, los imagineros han perfeccionado esta técnica, asegurándose de que cada escultura tenga una base impecable antes de recibir color.

2. El dorado: reflejos de luz y espiritualidad

Muchas imágenes sacras incorporan detalles en oro, especialmente en vestiduras, coronas y elementos decorativos. Para ello, se utiliza la técnica del dorado al agua, que consiste en aplicar una capa de bol o arcilla roja sobre la que se adhieren finas hojas de pan de oro. Una vez colocadas, se bruñen con piedra de ágata para lograr un brillo intenso y natural.

El dorado no solo embellece la escultura, sino que también tiene un significado simbólico, representando la luz divina y la majestuosidad de lo sagrado.

3. Encarnado: el alma de la imagen

Uno de los momentos más importantes en la policromía es el encarnado, es decir, la pintura de la piel de la imagen. Para ello, se aplican veladuras muy finas de pigmentos mezclados con aglutinantes como huevo o aceite, logrando transparencias y matices que imitan la piel humana.

Los imagineros más experimentados cuidan cada detalle: desde la aplicación de ligeros rubores en las mejillas hasta la inclusión de venas apenas perceptibles. Todo esto contribuye a que la imagen parezca viva, transmitiendo emoción y realismo.

4. Estofado y esgrafiado: arte sobre arte

Cuando el dorado se combina con la pintura, se utiliza la técnica del estofado, muy característica de las vestiduras de muchas imágenes. Consiste en aplicar pintura sobre el pan de oro y luego rasparla con punzones finos para dejar al descubierto el brillo dorado subyacente.

Este meticuloso trabajo permite crear patrones decorativos espectaculares en túnicas y mantos, con motivos florales, arabescos o detalles geométricos que enriquecen la estética de la escultura.

5. El patinado: el toque final

Para que la imagen sacra no parezca recién pintada y tenga un aspecto más natural, se aplican pátinas que suavizan los colores y crean un efecto de envejecimiento. Dependiendo del resultado que se quiera lograr, se pueden usar barnices, óleos o ceras.

Además de dar profundidad a la pintura, el patinado ayuda a proteger la escultura, asegurando que se conserve en buen estado durante décadas.

Un arte que perdura en el tiempo

La policromía en las imágenes sacras es mucho más que una técnica: es un arte que requiere paciencia, conocimiento y sensibilidad. Cada escultura pasa por un meticuloso proceso que transforma la madera en una obra cargada de espiritualidad y belleza.

Gracias a esta tradición, transmitida de generación en generación, hoy podemos seguir admirando imágenes que, con el paso de los siglos, continúan emocionando y despertando devoción.