Blog - Imaginero Caballero Pérez El proceso de dorado en las imágenes religiosas.

El proceso de dorado en las imágenes religiosas.

Publicado el 23-06-2025

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El dorado es una de las técnicas más emblemáticas y delicadas dentro del arte sacro, especialmente en la imaginería religiosa. No se trata únicamente de embellecer una escultura, sino de otorgarle un valor simbólico y espiritual. El oro, como elemento incorruptible, ha sido históricamente asociado con lo divino, lo eterno y lo sagrado. Por eso, el proceso de dorado es considerado una forma de consagrar visualmente una imagen, dándole una presencia luminosa que conecta con el misterio de lo celestial.

Orígenes y simbolismo

Desde la Edad Media, el dorado ha sido empleado en imágenes y retablos para destacar elementos sagrados. En un contexto litúrgico y devocional, el oro no solo atraía la mirada del fiel, sino que representaba la gloria de Dios, el esplendor del cielo y la dignidad de los santos. Para el imaginero, aplicar pan de oro a una talla era un acto de reverencia, que requería precisión, paciencia y una formación específica.

Técnicas tradicionales de dorado

El dorado se realiza tradicionalmente con pan de oro, una lámina extremadamente fina de oro batido, que se adhiere a la superficie de la imagen tras un cuidadoso proceso de preparación. Las etapas más comunes del dorado al agua, técnica habitual en la imaginería barroca, son las siguientes:

  1. Preparación de la superficie: La escultura, generalmente de madera, se cubre con varias capas de yeso o estuco fino, llamado gesso, para lograr una base lisa. Posteriormente, se aplica el bol, una mezcla de arcilla rojiza y cola animal, que da calidez al oro y mejora su adhesión.
  2. Aplicación del pan de oro: Una vez seco el bol, se humedece con agua y se colocan las láminas de oro con pinceles especiales. Este paso exige gran destreza, ya que el pan de oro es extremadamente frágil y puede romperse o volar con un simple soplo.
  3. Bruñido: Cuando el oro se ha asentado, se pule con piedra de ágata hasta que brilla intensamente. Este acabado bruñido se reserva para zonas que deben destacar por su luminosidad. En otras partes, se deja mate o se utiliza una técnica mixta para crear contrastes.
  4. Estofado y policromía: En algunos casos, sobre el dorado se pinta o raspa cuidadosamente con punzones para revelar el oro en formas decorativas, como motivos florales o geométricos. Este proceso, conocido como estofado, combina pintura y dorado para lograr efectos visuales ricos y complejos.

Un trabajo de orfebre en manos del imaginero

Aunque el dorado puede ser realizado por especialistas (doradores), muchos imagineros dominan esta técnica como parte integral de su oficio. La elección del tipo de dorado, las zonas donde aplicarlo, el contraste con la policromía o con tejidos reales son decisiones que influyen profundamente en la presencia final de la imagen.

En imágenes de vírgenes y cristos, el dorado suele emplearse en elementos como coronas, potencias, mantos rígidos o detalles ornamentales, subrayando la nobleza de la figura. También se reserva para destacar lo sagrado en retablos, andas procesionales o tronos.

La dimensión espiritual del dorado

Más allá del efecto estético, el dorado en imaginería tiene un propósito espiritual: hacer visible lo invisible. El resplandor del oro no es solo un adorno, sino un reflejo simbólico de la luz divina. Una talla dorada no busca realismo mundano, sino evocar lo trascendente, lo eterno, lo inalcanzable. Por eso, cada pan de oro colocado sobre una imagen es, en cierto modo, una oración visual hecha materia.

El proceso de dorado sigue vivo hoy, manteniéndose fiel a sus raíces históricas y simbólicas, y conservando su lugar como uno de los secretos mejor guardados —y más admirados— del arte sacro.